El domingo 28 de mayo, de 12 a 16, Arrecifes se paralizó. Las calles quedaron desiertas. Uno de sus hijos dilectos: Agustín Canapino participaba en la 107ª edición de las 500 Millas de Indianápolis. Por un par de horas, cada familia se convirtió en “especialista” de la mítica carrera.
Frente a cada televisor se vivió un clima especial. La expectación fue tremenda, conscientes de los riesgos que asumía Canapino enfundado en el veloz auto con los colores argentinos. Pelotones a puro vértigo superando los 360 kilómetros por hora -100 metros por segundo-.
De repente, apareció otra bandera: “Arrecifes Cuna de Campeones”. Difícil contener las lágrimas. En tanto, el Titán trataba de mantenerse enfocado en la carrera. “Me costó, pero traté de mantener la concentración. Miraba los detalles aerodinámicos de los otros autos”, comentó en entrevistas posteriores.
La carrera transcurrió sin mayores sobresaltos y cuando faltaba muy poco para igualar la hazaña de Raúl Riganti -el único argentino que pudo llegar al banderazo final- en 1933, ocurrió el accidente que le dejó un sabor agridulce. “Me da pena no haber terminado la carrera, era un broche hermoso. Ojalá que pueda tener una segunda oportunidad el año que viene”, se lamentó Agustín. Todos esperamos esa nueva posibilidad.
Fotos: Campeones, Juncos Hollinger Racing, Rodolfo Anzoategui.
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