…la Vuelta de Arrecifes que formó parte del calendario del Turismo Carretera en la década del ’60 y se convirtió en un clásico de aquel automovilismo argentino, cuando los autos se preparaban en los talleres de cada “pueblo” robándole horas al sueño. Mientras el mate corría de mano en mano y el “pucho” mitigaba el hambre. De la época en que las manos se “enguataban” en grasa y aceite. Cuando los domingos de carrera llegaba gente de todas partes para enmarcar al costado del camino los ciento y pico de kilómetros del circuito carretero. Cuando el atuendo del corredor y el acompañante eran la camisa, el pantalón, mocasines o alpargatas y un casco con pretensiones de seguridad. Cuando los corredores tenían tiempo de acercarse al alambrado y tomar algún mate ofrecido por el hincha o para sacarse una foto con la barra que lo alentaba. Cuando el acompañante recibía el aro de informaciones sacando el brazo fuera de la ventanilla o volcaba -en plena marcha- los bidones de nafta en el tanque de combustible. Sin dudas, otro automovilismo, ni mejor ni peor. Tan simple como otro automovilismo…
En la foto de "El Gráfico" que enmarca esta nota Carlos Menditeguy (a la derecha), ganador, en amena charla con Ángel Rienzi, séptimo. Año 1959 (1ª Vuelta de Arrecifes).
Otra foto de "El Gráfico". El acompañante de Menditeguy recibe el aro con las informaciones en la curva de la "Clida". Año 1959.
1964. Arrecifes es una fiesta. El podio con Luis Di Palma (ganador, 19 años), Carlos Pairetti (2º) y sus acompañantes: el "Ñato" Aguirre (Di Palma) mirando hacia su izquierda y "Mingo" Visciarelli (Pairetti), a la derecha de Luis Di Palma. Los rodean un grupo de amigos y organizadores de la carrera.
1967. Oscar Cabalén, ganador con el Falcon F100, ingresa en el parque cerrado y recibe el saludo del banderillero, mientras el policía observa la atentamente.
1967. Oscar Cabalén, ganador con el Falcon F100, ingresa en el parque cerrado y recibe el saludo del banderillero, mientras el policía observa la atentamente.
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