martes, 22 de noviembre de 2011

Un punto estratégico

Bajo el subtítulo “Un punto estratégico en la carretera”, el cronista del diario La Nación describe minuciosamente el lugar elegido -y su entorno- para ver la última etapa del Gran Premio Internacional de 1947 en su paso por Arrecifes.

“Un interesante observatorio de la carrera estaba, sin duda, en Arrecifes, en el cruce de las rutas 8 y 51. Y allí se concentró numeroso público, deseoso de ver a los automovilistas en plena carrera, en el vértigo de la velocidad, ya cerca de la meta, en el último, en el supremo esfuerzo. Público de la ciudad, de Buenos Aires, y de Arrecifes y de los pueblos de alrededor. En automóviles, camiones, carros, sulkis, motocicletas, bicicletas y a caballo, pues el paisanaje, el del campo tranquilo, también asomó a las carreteras, a presenciar el paso de la furia mecanizada, llegaba la gente en busca de sitio, del mejor lugar posible para satisfacer la curiosidad. La mayor expectación estaba centrada en la curva, la vuelta cerrada que debían dar los corredores para pasar de la ruta 8 a la 51, rumbo Carmen de Areco, a Luján. Ir hasta Arrecifes significaba anticiparse a dar la bienvenida a los devoradores de distancias, que en pocos días han cruzado montañas, pedregales, caminos serpenteantes entre selvas, una amplia panorámica (…).”
Tadeo Taddia
Más adelante, el cronista perfecciona su pintura ya con el paso de los protagonistas de la gran carrera:

La curva y el puente de tierra
En la curva estaba concentrada gran parte de la apasionadota curiosidad, que halló en otra parte, en el puente próximo a la estación de Arrecifes, un magnifico minarete. Y desde la curva hasta el puente, a ambos lados de la ruta 51, largas filas de público dispuesto al aplauso, a las aclamaciones, atento a los movimientos de un hombre, el encargado de marcar el rumbo a los corredores, de señalarles con una bandera en el cambio de camino.
Cuando esa bandera fue agitada por primera vez -a las 15.19-, desde la curva hasta el puente, en ese espacio que hasta entonces había estado poblado de rumores, cábalas y comentarios, se hizo el silencio, adquiriendo su máxima intensidad la expectación. Los que primero vieron el número quebraron, rompieron la tensión de alerta de toda la masa humana avizorante, gritándolo:
-¡El 54!... -¡El 54!... -¡El 54!
Y luego el nombre del volante:
-¡Juan Gálvez!
Puede decirse que tres eran las principales interrogaciones presentes, latentes a ambos lados de la ruta: una, en busca del ganador de la etapa; otra, inquiriendo quién obtendría el segundo puesto, pues a esta altura de la carrera ya se daba por descontado el triunfo total de Oscar Gálvez, y la tercera se refería, precisamente, a éste: “¿Cuándo pasará?...”
Al ver pasar a Juan Gálvez, en le puente de Arrecifes, por el afán de dictaminar, de pontificar que crea estar en la altura, mucha gente ya predijo que sería el ganador de la etapa.
Otro coche a la vista:
-¡El 13!...
Seguidamente, como antes, el nombre del piloto:
-¡Musso!
A unos cien metros, siguiendo al número 13, en persecución que encendió el entusiasmo del público, el coche número 99, coreando la muchedumbre el apellido del conductor:

-¡Marcilla!... ¡Marcilla!
El paso de Eusebio Marcilla dio origen a una nueva pregunta: “¿Y Víctor García?...”
Pero esta pregunta no estuvo mucho tiempo en el ambiente, pues pronto fue sustituida por una exclamación, pronto multiplicada desde la curva hasta el puente:
-¡Oscar Gálvez!... ¡Oscar Gálvez!... ¡Oscar Gálvez!...
La carrera tenía así, en Arrecifes, una coincidencia evocadora de la simetría: en cuarto puesto, el piloto del coche número 4.

Por último, y siempre en relación con el paso del Gran Premio por Arrecifes, el cronista amplía con sentido poético, el paisaje:

La rebeldía de la tierra
“Eran las 15.17 cuando Oscar Gálvez pasó bajo el puente de Arrecifes. En este punto ya había decrecido el interés de la prueba, pero sin que desapareciera, pues resurgía, aunque ya no con intensidad, al paso de los volantes populares -Ángel Pascuali, Tadeo Taddia, Fernandino…-, y tuvo un momento de nueva explosión de entusiasmo cuando, a las 15.56, apareció el coche Nº 4, de Víctor García. A partir de este instante mucho público abandonaría sus puestos de observación, los sitios buscados en este estratégico, en este interesante lugar de Arrecifes, en el que se corta el asfalto, como si la tierra fuera demasiado brava y se resistiera al dominio de la reciedumbre. La rebeldía de la tierra era la que esperaban muchos de los que se situaron a ambos flancos de este tramo de la ruta 51, y sobre todo las gentes de a caballo, los hombres que llegaron hasta allí desde las estancias y para los que esos 400 metros de tierra mojada, ablanda por la lluvia de la noche anterior, resultaban una interesante aprueba de habilidad. Cuatrocientos metros. Exactamente, la distancia, el ‘tiro’ de algunas carreras cuadreras. Pero sus caballos, tenían que reconocerlo, no hubieran podido correr en una pista así. Sus caballos, no; pero los paisanos que estaban en Carmen de Areco (sic), los del pago donde la tradición gaucha es un culto, pensaron una vez más en los mejores del mundo: los de Don Segundo Sombra.”
Eusebio Marcilla
Agradecimiento: a Carlos Marconi, que guarda estas páginas del diario La Nación, desde el 1º de diciembre de 1947.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Otro automovilismo

Domingo 31 de mayo de 1959, Néstor Marincovich camina frente al acoplado que sirve de palco de trasmisión de la organización de Alberto Salotto, en la I Vuelta de Arrecifes.

Esta instantánea, inmortalizada por un fotógrafo arrecifeño: Juan Tornelli, nos permite recrear otro automovilismo: el de la ruta, los asados, aviones, la radio... Descubrir la vestimenta del piloto -cigarrillo en la boca-: mocasines, pantalón amplio, cómodo, con bolsillos traseros, polera. En este caso, Toto Marincovich, que a los 34 años, corría por primera vez en su ciudad con el Chevrolet que preparaban los hermanos Salvador y Paulino Cardoso.


Aparentemente, aún no se había puesto en marcha la competencia y el volante local caminaba rumbo a su auto. Luego, tras 3h36m23s4/5 de carrera, Marincovich alcanzaba la cuarta posición y primero en "no ganadores", detrás de Carlos Menditeguy (Ford), que ganó a 160,618 km/h de promedio, Rodolfo de Álzaga (Ford) y Marcos Ciani (Chevrolet). Luego de Marincovich completaron los diez primeros lugares: Dante Emiliozzi (Ford), Alberto Logulo (Ford), Ángel Rienzi (Ford), Adolfo Sogoló (Ford), Ángel Meunier (Chevrolet) y Juan Carlos Navone (Ford).



Otra foto de esa misma carrera: en este caso, el sábado 30 de mayo, Marincovich y Roberto Aguirre -su acompañante- prestos para salir a clasificar en el circuito de tierra compactada del Ford T Club Arrecifes. Atrás, pañuelo en el cuello, Carlos Pairetti -antes de su debut en TC- y Juan Miguel Casco, que parecen empujar al volante local que obtendría el sexto mejor tiempo.

Por último, en carrera, foto de la revista El Gráfico.


Como siempre, no es que aquel automovilismo fue mejor, ni peor que el actual, simplemente, como el nombre del programa de don Alfredo Parga, fue OTRO AUTOMOVILISMO.






jueves, 3 de noviembre de 2011

El coche de Lo Valvo

“Como ya anticipáramos, el 11 del corriente fue sorteado el coche con que Ángel Lo Valvo ganó la carrera automovilística de marzo ppdo. resultando premiada la boleta número 02656, que según nos comunica la administración del Hospital Santa Francisca Romana, a cuyo beneficio se efectuó la rifa, ha sido vendida por la agencia Ford de San Javier, provincia de Santa Fe.”

Esta noticia apareció en la revista “Horizonte”. El auto ganador del Gran Premio Internacional del Sur se rifó en beneficio del Hospital de Arrecifes.


“No iba a correr”
"No estaba en mis planes esta carrera”, comentó Ángel Lo Valvo a Noticias Gráficas, del 3 de abril de 1939, y agregó: “Tanto que pocos días antes de la inscripción no iba a correr. Pero buenos amigos de Arrecifes me impusieron una honrosa obligación. Una comisión integrada por el doctor Buenader, Taboada y Rico realizó una colecta para adquirir el coche. Al final, cualesquiera que fuese la clasificación obtenida, el coche se rifaría o vendería a favor del Hospital de Arrecifes. Y me decidí.”

El auto
“El coche fue un Ford V8 de 85 caballos, modelo 1939 -carrocería cupé- al que el piloto le sacó la tapa del portaequipaje, cubriendo esa abertura con una lona colocada en forma tal que la pérdida de tiempo al quitarla para buscar o sacar algo del interior fuera mínima. En este sitio se colocó un soporte de gran resistencia con capacidad para el sostén de tres ruedas de auxilio. Lo Valvo dejó el tanque de nafta original, con capacidad para 50 litros pero en la parte trasera, pegado a los asientos, hizo colocar un tanque suplementario donde era posible cargar 160 litros de combustible. Estos dos tanques funcionaban en forma independiente; cuando se terminaba uno, el acompañante tenía al alcance de su mano una llave para conectar el otro.”


Oscar Gálvez y Lo Valvo



Otros datos técnicos del auto

Se agrandó el cárter para darle una capacidad de tres litros más de aceite y se modificó el sistema de refrigeración para evitar tener que parar para reponer el agua consumida (…). En cuanto a los faros, el sistema fue reforzado con un buscahuellas especial.La suspensión fue reforzada; a cada elástico se le agregaron tres hojas más. Una maestra, una segunda y una tercera; a los cuatro amortiguadores que el coche traía de fábrica se le añadieron cuatro Houdaille más. Fue suprimido el paragolpes original de fábrica colocándosele en su lugar uno especial, en ángulo agudo de modo de amortiguar el choque contra las piedras. Para caminar en forma más eficiente se usó rodado 600x16 -cubiertas reforzadas- y quedó la multiplicación de fábrica sin tocar. (Historia Deportiva del Automovilismo Argentino. La Nación).

De la carrera

El Gran Premio Internacional del Sur se corrió entre el 22 de marzo y el 2 de abril de 1939, sobre 11 etapas y un recorrido de 7.124,1 kilómetros. Lo Valvo, acompañado por su cuñado, Antonio Spampinato, ganó en 89h11m36s, a 80,856 km/h. Superó a su coterráneo Julio Pérez (Chevrolet), por 12m55s.


Spampinato y Lo Valvo


Fotos: historiadeltc.com.ar y fotocopias del periódico Arrecifes.












miércoles, 26 de octubre de 2011

La cupé de Luis Di Palma

Hace pocos días, se presentó en el Museo y Archivo Histórico de Arrecifes la cupé que corrió Luis Di Palma en Turismo Carretera entre 1964 y 1967.

El auto es propiedad del señor Ángel Cucco, quien adquirió la carrocería original y luego reunió otros elementos para armarlo de acuerdo a cómo terminó sus actuaciones en 1967, equipada con motor Ford F-100. Fotografías y datos de gente que trabajó junto con Luis por aquellos años, sirvieron para recrear este automóvil.


Su historia
Luis y un grupo de amigos arrecifeños compraron la cupé Chevrolet a los hermanos Marques, de Carlos Casares. “Se juntaron unos pesos y el presidente de la peña ‘El Gato Negro’ (N.A: el gordo Lois) nos vendió su Peugeot para que nosotros pudiéramos entregarlo en parte de pago de un T.C. Por supuesto que ese Peugeot era ‘a pagar como se pueda’”, recordaba Di Palma.


El auto debutó en manos de Luis Di Palma en el autódromo de Buenos Aires, el 12 de abril de 1964 y cerró sus actuaciones en el mismo autódromo, en 1967.En ese lapso sufrió distintas transformaciones estéticas y mecánicas. Del motor original Chevrolet, pasó luego a utilizar un Dodge-Valiant Slant Six y finalmente un Ford F-100 a inyección preparado por Bamse.




Triunfo en Arrecifes, 1964


Triunfo en Salto, 1964

Actuaciones
Debut: 12 de abril de 1964 – autódromo de Buenos Aires (Chev) abandonó.
Ese año disputó 19 carreras y terminó en 9 (con 4 podios) y 9 abandonos y 1 descalificación.

Ganó 2 (Arrecifes, el 31 de mayo y Salto, el 30 de agosto) y llegó 2º en otras dos (Bahía Blanca y Nueve de Julio). Otros puestos: 4º en Hughes, 7º en Olavarría y Chacabuco, 9º en las Mil Millas y 10º en Buenos Aires. Fue descalificado en la Vuelta de la Pampa (se rompió el diferencial y llegó a remolque).
En 1965 disputó 14 carreras, 13 con motor Chevrolet y el Gran Premio con motor Valiant.

Finalizó en 7 con 3 podios: Ganó el 11 de abril en el autódromo de Buenos Aires, 2º en Firmat y 3º en Arrecifes. Abandonó en 7 competencias.Otros puestos: 4º en Ensenada, 5º en La Pampa, 6º, en General Pico y 8º en Santa Fe.
En 1966 intervino en 22 carreras (todas con motor Valiant)
Obtuvo 3 podios, ganó en el autódromo de Buenos Aires, el 13 de marzo, 2º en San Francisco y 3º en Firmat.
Otros puestos: 4º en el autódromo de Buenos Aires (Premio Juan Gálvez) y Rafaela, 12º en Ensenada y Arrecifes, 18º en Hughes y Buenos Aires y 3 abandonos.
En 1967 intervino en 13 carreras (2 con motor Valiant y 11 con Ford F100), su mejor resultado: 4º en Salto; otras posiciones: 8º en Chaco, 11º en Buenos Aires, 14º en Hughes, 18º dos veces en Buenos Aires, y 19º en Buenos Aires. 7 abandon
Victoria con el motor Valiant, 1966



En total Luis Di Palma intervino en 68 carreras con la cupé que había comprado a los hermanos Marques de Carlos Casares. En 32 utilizó motor Chevrolet; en 25 motor Valiant y 11 con Ford F100.
Triunfos: 4 (3 con Chevrolet y 1 con Valiant)
Resumen carreras de la coupé con el motor Ford F-100 - año 1967
30.04-9ª Vuelta de Arrecifes: abandonó.
07.05-6º Premio ciudad de Rafaela: abandonó. 04.06-2º Premio TC Juan Gálvez (autód): 11º. 11.06-6ª Vuelta del Chaco: 8º. 18.06-12ª Vuelta de La Pampa: abandonó. 02.07-7ª Vuelta de Córdoba: abandonó. 16.07-7º Premio TC 1967 figura como suplente, no largó. 30.07-6ª Vuelta de Salto: 4º. 06.08-9ª Vuelta de Hughes: 14º. 17.08-Copa Challenger Libertador Gral. S. Martín (autód): 18º. 20.08-2 Horas TC (autód): 19º.



San Pedro 1967, motor Valiant

Con el motor F-100, Córdoba '67



Con el motor F-100, Autódromo '67



Fotos: arrecifesdigital.com.ar; Armando Contreras, historiatc.com.ar.


jueves, 6 de octubre de 2011

Autos y gente (II)


El Chevrolet Nº 4 de Carlos Pairetti-Rubén Aeid reposa en el parque cerrado final del Gran Premio Turismo Carretera de 1963. Al la derecha del auto vencedor: Jorge Álvarez, "Mingo" Di Palma, tío de Luis, Armando Defferrari, y Carlos Marincovich, quien debutaría en la categoría en agosto de 1964. A la izquierda, Daniel Targize.

Del mismo Gran Premio, en el parque cerrado ubicado en el Aero Club Arrecifes, punto final de la carrera, Juan Manuel Bordeu, 6º, y Eduardo Casá, abandonó en la 2ª etapa, rodeado de aficionados arrecifeños: José Guemes, Jorge Álvarez, Víctor Lucaroni, Carlos Caamaño y Gabriel Collado.
El Gran Premio Turismo Carretera de 1963 se corrió sobre seis etapas. Pairetti completó los 3814 kilómetros en 25h53m07s3/10, a 147,342 km/h. Segundo finalizó Manuel Mantinián (Chevrolet), 27h13m59s, y tercero Armando J. Ríos (Chevrolet), 27h48m27s.


Oscar Gálvez, 10º, en su última participación en un Gran Premio. Se retiraba definitivamente en la Vuelta de Junín de 1964.


Fotos: Jorge Álvarez e historiatc.com.ar




jueves, 29 de septiembre de 2011

De Alfredo Parga, para Luis Di Palma

Mañana, 30 de setiembre, se cumplirá un nuevo aniversario del fallecimiento de Luis Di Palma. En su homenaje, deautosmotivo reproduce la carta que el notable periodista Alfredo Parga le escribiera al volante arrecifeño en la revista Corsa.


Debut a los 19 años, Gran Premio de TC 1963

Carta abierta a Rubén Luis Di Palma
(Dictada por un afecto cristalino. Entre maravillado y feliz,
con Más de 30 temporadas de Añejamiento)



Santa Rosa, La Pampa, 1993

Querido Luis:
Lo mío -lo nuestro- era un viaje a Bolívar, Bolívar y el TC.El auto lo llevaba Oscar Martínez, con su imperturbable paso. A su lado, los ojos claros de Oscar Mosteirín trataban de perforar la pared de una niebla que se levantaba terca, mojada por una llovizna desganada, a 200 metros. Y Pablo Vignone era mi interlocutor, atento, exigente y resignado.
De pronto, la radio y su urgencia: “… no es posible correr. Llovió mucho con el chaparrón de las 4. No puede ser…
”Media vuelta aprobada por unanimidad. Y después, lo cotidiano de un domingo porteño tonto, mojado siempre por la lluvia aterida de humedad pegajosa.La TV -¿sabe, Luis?- puede ser refugio para matizar el mediodía. Y ATC, una propuesta válida para estar en otra pista. Esta vez, el Supercart. Y con el Supercart, usted…
Una salida tumultosamente multicolor. Adelante, firme, el bueno de Hugo Olmi. Desde atrás, me llamó su Torino. Al rato, no más, lo vi adelantarse a Ernesto “Tito” Bessone. Lo hizo a lo grande, pisando hasta donde ea posible pisar su coche, sin complicar al adversario ni comprometer su propio capital.
Con autoridad. Sabiendo lo que hacía.
Después, a favor de la suave contribución de Marcos -su hijo, Luis- que no tenía el auto con el que supo ser campeón, fue a buscar el primer puesto. Lo trabajó, le costó, pero lo consiguió al fin.
Yo no sé si Olmi venía con problemas de tracción, pero presiento que Olmi -acaso por primera vez en su vida- viendo que era usted el que se le venía a las barbas, resignó la más preciosa plaza hasta con agrado. Porque, al fin y al cabo, era usted el que se estaba apoderando de ella. Usted y no un adversario común…
La televisión, esa lente inquieta, curiosa y desinhibida, cruel muchas veces, tonta en otras, desinformada por apremio puro alguna vez, se comió el que pudo ser el mejor festejo de ese mediodía. Porque vi que Marcos se bajó corriendo de su auto y buscó el suyo, Luis. Abrió la puerta. En este momento, la TV se fagocitó, imperturbable, el momento sublime. Ese que debió pasar cuando su hijo lo rescató de su coche para premiarlo con un beso. ¿Fue así?
Un crimen. La mejor nota del día, tapada por un aviso. ¡Qué pena! ¡Qué lamentable!
En el podio me pareció que hasta casi estuvo serio. Lo miré a Olmi. Olmi lo miraba a usted y sonreía feliz. Increíblemente feliz por haber sido derrotado por usted, Luis…
Lo que no me dio la TV, me lo entregó mi recuerdo. Lo vi doblar el puente del arroyo Tatay.
Creo que aquella mañana de la Vuelta de Arrecifes de 1964.1964. ¡Casi 30 años! Sacando la cola del auto hacia la derecha, cuando el tren delantero era convocado por la irreverente juventud de sus manos -benditas, ellas- convocado -decía- hacia la izquierda para doblar y escapar del resto, ingresando al asombro que nos aplastó a todos por la desfachatez de aquel muchacho que al rato, como ajeno, se soplaba el flequillo rebelde que aleteaba electrizado sobre su frente, por una comisura de la boca. Inquieto como su dueño.
Este domingo de la lluvia que le digo, Luis, volvi a verlo tan joven como aquel día, ¿sabe?
Ahí y entonces recompuse mi amistad con la TV. Porque usted ahí arriba, en el podio, me hizo pensar que aquel campeón que animó muchos de mis días, seguía entero. Intacto.
Predicando con el ejemplo.Diciéndoles a los corredores de hoy que ese muchacho de ayer es un campeón de siempre.
¿Me permite agradecerle lo que usted me dio al mediodía de un tonto domingo porteño con lluvia?

Saludos a su esposa. Con todo afecto.

Alfredo Parga.

Esta carta fue publicada en Corsa Nº 1397, del 11 de mayo de 1993, cuando Luis Di Palma (Torino) ganaba el 2 de mayo la carrera de Supercart, en Santa Rosa, La Pampa.. Fue la victoria Nº 89 de Luis y el retorno al triunfo, tras un paréntesis de 7 años sin victorias en el automovilismo nacional.

Fotos: diario La Nación y Revista Corsa.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Autos y gente…

Desde siempre, quienes comparten la pasión por los autos de carrera quieren y han querido estar lo más cerca posible de ellos. Mirarlos, admirarlos y “mimarlos”. Por otra parte, gracias a la magia de la fotografía hemos podido recuperar autos y personas en momentos inolvidables…



En la foto central: Final del VI Gran Premio Internacional Standard 1962, en Arrecifes. Junto al Mercedes Benz 220 SE de las “suecas” posan Manolo Juárez, sombrero en mano, el Gordo Zabaleta, Gabriel Collado y Jorge Álvarez, cuatro arrecifeños “tuercas”. Ewy Rosqvist y Ursula Wirth “las suecas” vencieron en el Gran Premio tras recorrer 4.437,8 kilómetros en 34h51m03 a 126,872 km/h. Y, como si esta victoria no tuviera suficiente mérito por sí sola, ganaron las seis etapas…



1963. Ahora, es el turno de Eugen Böhringer, sentado sobre el paragolpes de su Mercedes Benz 300 SE, rodeado por el afecto de aficionados arrecifeños. El piloto alemán fue el vencedor del VII Gran Premio Internacional de Turismo Anexo J: 4.402,7 kilómetros en 33h22m11s, a 131,936 km/h.




Del mismo Gran Premio, el Mercedes Benz 300 SE Nº 721 de Juan Manuel Bordeu, cuarto en la clasificación general. Junto al auto, Jorge Álvarez, Guemes y Gabriel Collado, mecánicos de la concesionaria de Cástulo Hortal.







viernes, 9 de septiembre de 2011

Parque Cerrado



En el parque cerrado de los ‘60, pilotos y acompañantes detallaban las vicisitudes de la competencia recién finalizada.


Por ejemplo, el parque cerrado del Gran Premio Centenario de Olavarría, en 1967, que ganó Carlos Pairetti. Duodécima victoria del arrecifeño, la segunda con el Barracuda Chevrolet. Luego de recorrer 561 kilómetros (263 de tierra) en 2h52m21s3/5, a 195,288 km/h de promedio, “il matto” resumía sus padecimientos: “¡Qué susto! Se me cortaba la corriente y no sabía de qué era. Y en la tierra se me paró del todo… Ya estaba pensando cualquier cosa cuando le di arranque y salió. Seguramente el problema debía estar en la llave de contacto”, explicó.



El segundo, Juan Manuel Bordeu, también tuvo lo suyo. “El auto estaba algo más lerdo que de costumbre, contra el viento no tiraba la sobremarcha. En la primera vuelta veníamos peleando con Copello y nos pasamos los dos en la bajada de la tierra. Andábamos los dos a fondo. Ninguno vio los carteles. En la segunda vuelta tuvimos problemas con una de las bombas de nafta que no tiraba lo suficiente. Después, en la última, y cuando veníamos a fondo en la tierra se nos voló el parabrisas. Lo agarramos con Sánchez y lo tuvimos hasta que él lo sacó del todo. Luego me puso las antiparras y le seguimos dando ‘como en la guerra’. El resto perfecto; si conseguimos algo más de velocidad vamos a estar. Estoy muy feliz. Todos necesitábamos esto. Para la gente de Balcarce es muy importante. Me alegro más que nada por ellos.”
Por su parte, Carlos Marincovich, tercero, en su retorno al Chevytú, explicaba que “el auto andaba bien como para pelear. Lo llevé a 6.000-6.100, pero eso recién en el segundo circuito. Para mí que el motor estaba medio duro”.

Menos afortunado resultó Gastón Perkins. Al pasar por uno de los puentes de la 226 una válvula se cortó, cayó dentro del cilindro y ocasionó un gran destrozo en el motor de su Torino 380 W. “Está de Dios que no puedo ganar. Me voy a dedicar a otro deporte.”


Los diez primeros clasificados


1. Carlos Pairetti (Barracuda-Chevrolet), 2h52m21s3/5; 2. Juan M. Bordeu (Chevrolet), a 4m17s; 3. Carlos Marincovich (Chevytú), a 8m09s3/5; 4. Ricardo J. Bonanno (Chevrolet-F100), a 9m04s4/5; 5. Jorge Ternengo (Torino 380 W), a 9m59s4/5; 6. César H. Malnatti (Torino 380 W), a 11m43s1/5; 7. Eduardo Copello (Torino 380 W), a 14m43s3/5; 8. Luis Di Palma (Torino 380 W), a 14m11s4/5; 9. Antonio Del Vitto (Torino 380 W), a 14m36s4/5; 10. Jorge Martínez Boero (Chevrolet), a 20m08s4/5. Récord de vuelta: Pairetti, en la 1ª, 32m48s4/5, a 205,160 km/h.


Material consultado: El Gráfico, 1967. Fotos: El Gráfico y www.historiatc.com.ar


jueves, 1 de septiembre de 2011

Aquellos talleres del TC




Con cierta nostalgia uno recuerda aquellos talleres donde se preparaban los TC de los ’50 y ’60. En la foto trabajan el Ñato Aguirre y Pechengo Paz en el auto de Pairetti (1962), mientras observa Bernardo Pérez y el grupo de amigos del taller.


No es que aquel automovilismo fue mejor que el actual. Son épocas diferentes que no admiten comparaciones. El profesionalismo de estos años ha transformado los talleres en verdaderas estructuras que albergan varios automóviles y en territorios donde se observan sofisticadas herramientas y maquinarias. También es cierto que no es fácil el acceso de personas que no pertenezcan a esos “laboratorios”.





Rubén Aeid

Otros tiempos

Lejos quedaron aquellas tardecitas con olor a nafta y aceite, con herramientas en los tableros y otras desparramadas por el piso, mientras el mate corría de mano en mano y el único impedimento para los presentes era la “soguita” que cercaba el automóvil de carrera, motivo de desvelo de los mecánicos y amigos que colaboraban con ellos. Ni qué hablar si tocaba en suerte ingresar en el equipo, aunque sea por diez minutos, cuando el mecánico levantaba la vista y al primero que veía le decía. “Haceme un favor, anda a buscar una arandela a lo de Pepe”. Pepe era el dueño de la casa de repuesto que también colaboraba en la preparación del auto del pueblo.



El taller de Carlos Marincovich

Comentarios


De la cofradía del taller estaban los que tenían -según ellos- la precisa: “sabés que el turco (Rubén Aeid) trabajó en la tapa de cilindros y el auto de (Carlos) Pairetti tiene 200 vueltas más.” O el flaco que hacía mutis por el foro y con cara de “Yo la tengo clara”, informaba en la confitería que “Bernardo trabajó en los Webber y el auto del Ruso va a caminar fuerte este domingo.” Traducido, era: “Bernardo Pérez trabajó en los carburadores y el auto de Carlos Marincovich….”Por otra parte, llegaban los que venían del taller de Luis Di Palma, al lado del “Patrullero”, y haciéndose los distraídos largaban como al pasar. “El ñato Aguirre rellenó la tapa de cilindros del Loco y dicen que el auto va a tener como 300 vueltas más…”. Continuando con el rondín, los que disponían de tiempo como para recorrer todos los talleres, decían que “En el taller de José (Pozzi) consiguieron unos escapes nuevos, por lo que el V8 va a dar que hablar…” En esa ronda de vueltas y más vueltas, kilómetros y más kilómetros de velocidad… lo real, lo concreto, ocurría el domingo cuando el auto salía a devorar kilómetros y ante el llamado del avión todo el pueblo podía pasar de la alegría a la frustración. Ejemplos: “En el top está primero….” o el fatídico: “Piloto y acompañante nos hacen la clásica seña de que ¡no va más!…” Y el lunes, todo volvía a empezar… Esto ocurría en Arrecifes y en cualquier otro lugar de la Argentina



El taller de José Pozzi, 1962



jueves, 25 de agosto de 2011

Sotro, por dos


1960. Orlando Sotro ganador de la competencia de Ford T Semipreparados en Arrecifes.



“Sotro, segundo en Gálvez detrás de Solián, encontró el ansiado desquite en Arrecifes, en la competencia disputada el 30 de octubre, con la organización del Club Ford T Arrecifes”, escribía el cronista de Rugir de Motores.

El piloto de Banfield en Arrecifes cortó la seguidilla de triunfos de Esteban Solián, que había ganado el 4 de setiembre en San Vicente (Santa Fe), el 9 de octubre en Arroyo Cabral (Córdoba) y el 16 de octubre en Gálvez (Santa Fe).

Arrecifes

La programación del Ford T Club se dividió en dos series a 15 vueltas y final a 30. Olinto Alcine se impuso en la primera. La segunda fue para Adolfo Hernández, que superó a Ricardo Belesia y a Víctor Molina.

Un anticipo de la paridad que ofrecería la final se dio en la primera serie, ya que Alcine aventajó por 3 segundos a Solián “y éste a su vez por 2/5 a Orlando Sotro, alternativa que provocó excepcional entusiasmo en el público”, destacó Rugir de Motores.

Como se preveía hubo reñida lucha en la prueba final por los puestos de vanguardia. Orlando Sotro completó los 30 kilómetros de carrera en 19m28s, promediando 92,465 km/h. Segundo arribó Esteban Solián, a 18s, tercero Adolfo Hernández, cuarto Juan Pedro Moisello, quinto Ricardo Belesia.

Orlando Sotro hizo doblete ese año en Arrecifes, ya que también había ganado la competencia disputada el 30 de abril. Sin embargo, a fin de año el campeón sería Esteban Solián. El piloto de Banfield lo había sido en el ’59.
Esteban Solián, segundo



Pilotos locales

Además, de Moisello y Molina (7º en la final), también corrió Fernando Risso "Binchu", que finalizó 4º en la segunda serie y abandonó en la final.

Rugir de Motores: El epígrafe de la foto (que encabeza esta nota) destaca que “Sotro, quien le cortara en Arrecifes una verdadera seguidilla a Solián, aparece aquí en una de sus características maniobras. Hasta entonces el venadense había conquistado cinco victorias consecutivas y debió conformarse con un segundo puesto, tras brillante puja.”

Juan Pedro Moisello, el mejor local clasificado



Material consultado: Rugir de Motores (revista de la hemeroteca del Círculo de Periodistas Deportivos de Arrecifes.

viernes, 12 de agosto de 2011

Pairetti y la "barra" arrecifeña


12 de agosto de 1962. Carlos Pairetti recorre los últimos kilómetros de la Vuelta de Junín y recibe el saludo de la "barra" arrecifeña. Finalizó 10º.


Integrantes de la “barra” arrecifeña que saludan el paso de Pairetti: Marcos Pavicich, Héctor Molle y Osvaldo Lúgaro.



Armando J. Ríos: La carrera la ganó Armando J. Rios, acompañado por Rubén Aeid, y la preparación de Bernardo Pérez. El piloto de Necochea punteó gran parte de los 706,950 kilómetros y sólo en algunos tramos fue superado por Dante Emiliozzi. Otro Chevrolet que se mostró muy veloz hasta su abandono fue el de Juan Roberto Machado. Por el lado de Ford buen trabajo de Plinio Abel Rossetto que se mantuvo siempre dentro de las cinco primeras posiciones para finalizar tercero. La competencia tuvo un desarrollo veloz con promedio superior a los 190 km/h. La velocidad produjo numerosas deserciones (27). Entre ellas, la de Juan y Oscar Gálvez, Menditeguy, Trotta, Petrini y Villanueva.





Pairetti (10º) y Rios (1º) con la barra arrecifeña, También el policia posó para la foto.


Farabollini: Lamentablemente, la Vuelta de Junín se cobró la vida de Jorge Farabollini, mientras que su acompañante Horacio Alise sufrió heridas de consideración.
“El accidente se produjo a 20 kilómetros de Chivilcoy, cuando el Ford V8 de Farabolini, mordió la banquina, el auto dio varios tumbos e impactó contra el público, Angel Meunier que venía delante de él vio el accidente por el espejo, detuvo su marcha, dejó la carrera y fue a socorrer a Jorge Farabolini y lo trasladó inmediatamente al Instituto Médico del Oeste de Chivilcoy, donde fue operado de urgencia, por un golpe en el parietal derecho y cuando se disponían a trasladarlo a la Capital Federal para una mejor atención medica se produjo el deceso", informaron las crónicas de la época. El ganador de la III Vuelta de Arrecifes tenía 32 años, había nacido el 19 de abril de 1930.



"Coche a la Vista" de 1962



Clasificación final: 1. Armando J. Ríos (Chevrolet) 3h42m57s2 a 190,250 km/h; 2. Dante Emiliozzi (Ford) a 21s2; 3. Plinio Abel Rosseto (Ford) a 3m21s2; 4. Carmelo Galbato (Ford) a 11m29s6; 5. Antonio Bertolotto (Ford) a 11m42s8; 6. José R. Martínez (Ford) a 25m37s; 7. José Morán (Chevrolet) a 27m03s; 8. Vicente Galluzzo (Ford) a 27m37s8; 9. Felipe D'Alessio (Ford) a 34m02s; 10. Carlos Pairetti (Chevrolet) a 35m53s.
Datos sueltos: Armando J Ríos en Junín lograba su tercera victoria en el año. Antes, había triunfado en Arrecifes y San Antonio de Areco.
La carrera de Junín era la 11ª participación de Il matto en Turismo Carretera. Había debutado el 25 de marzo en la I Vuelta de Pergamino.




Antonio Bertolotto (Ford), 5º




Fotos: del autor de la nota y de historiadeltc.com.ar.




jueves, 4 de agosto de 2011

Di Palma, con récord en Junín


El 5 de noviembre de 1967, Luis Di Palma ganaba la 6ª Edición del Premio Eusebio Marcilla, de Junín.

A horas del retorno del Turismo Carretera a Junín deautosmotivo recuerda la victoria de Luis Di Palma en la tierra del “Caballero del Camino”. Significó su sexta victoria en la categoría, la primera con Torino. Se corrió en un circuito pavimentado de 138 kilómetros, sobre 4 vueltas para completar 552 Km. El arrecifeño ganó a 216,348 km/h.






Gradassi, segundo



Álzaga, tercero
La carrera de Luis
La primera referencia fue el paso por Salto (69 km). Luis marchaba 7º, a 13 segundos de Marincovich (Chevitú), que era el más rápido a 219,4 km/h de promedio. Sin embargo, al completar la primera vuelta Luis saltaba al segundo lugar, a 7s2/5 de Copello que había tomado el liderazgo de la competencia. Ya habían desertado Vianini y Emiliozzi y se retrasaba Marincovich.En la segunda vuelta, Copello seguía primero y Di Palma segundo. La diferencia se ampliaba en 5 segundos. A su vez, el arrecifeño se le escapaba a Gradassi, que continuaba tercero.
En la tercera vuelta “se le aclara el panorama a Copello, pues tanto Di Palma como Gradassi experimentan una detención. Ambos deben reponer neumático desbandado”, explicaba el cronista de Automundo. Esta alternativa determinaría el resultado final de la carrera, según Tito Hanley, acompañante de Di Palma: “Nosotros veníamos con una goma trasera que se estaba desbandando. Luis esperó hasta llegar a una curva para detenerse, allí estaban los auxilios y la cambiamos rápido. Además, perdimos poco tiempo porque igual había que levantar el pie del acelerador para doblar. A Gradassi le tocó detenerse en plena recta y allí perdió mucho…”.A 20 kilómetros de la llegada Copello se detuvo definitivamente. Di Palma pasó al frente, seguido por Gradassi, “que en los últimos kilómetros se dio el gusto de superar al arrecifeño en la ruta y llegar primero a Junín. Claro que Di Palma no se preocupó por ello pues ganaba ampliamente por diferencia de largada.”




Roux, con el mejor Chevrolet


Clasificación general (5 primeros puestos): 1. Luis Di Palma (Torino 380 W), 2h33m05s1/5, a 216,348 km/h; 2. Héctor Luis Gradassi (Torino 380 W), a 39s1/5; 3. Rodolfo de Álzaga (Torino 380 W), a 5m26s; 4. “Larry” (Torino 380 W), a 6m36s; 5. Rubén Roux (Chevrolet 7 b), a 7m12s1/5. Récord de vuelta: Gradassi, en la 4ª, 37m09s1/5 a 222,860 km/h.






El cronista de Corsa, Tito Hanley y Luis


Datos sueltos
1. Luis Di Palma había ganado con Chevrolet, con Dodge y en Junín lo hacía con Torino.
2. Sus victorias anteriores: 1964: Arrecifes y Salto, 1965: autódromo de Buenos Aires -todas con Chevrolet-. 1966: autódromo de Buenos Aires (la coupé Chevrolet, equipada con motor Dodge-Valiant.
3. Tito Hanley -acompañante de Luis- cumplió años ese domingo.
4. La primera participación de Di Palma en Junín fue el 18.10.1964. Ganó las pruebas de clasificación y abandonó en carrera.

Fotos: www.historiatc.com.ar

jueves, 28 de julio de 2011

Sport Prototipo, 1969




Si bien Eduardo Copello fue el primer campeón Sport-Prototipo, los pilotos arrecifeños cumplieron una destacada actuación en el primer año de la categoría.

Carlos Marincovich finalizó segundo en el campeonato e igualó a Copello en la cantidad de triunfos: tres cada uno. En total se disputaron 14 carreras, con siete triunfos de los pilotos de Arrecifes: Carlos Marincovich, tres, Luis Di Palma y Néstor García Veiga, dos cada uno. Mientras que Carlos Pairetti obtuvo tres podios: dos segundos puestos y un tercero.
El Ruso ganó en el exigente trazado del Zonda sanjuanino y dos veces en el Cabalén, de Córdoba. Luis Di Palma venció en Maggiolo y Buenos Aires, en tanto que el Nene García Veiga prevaleció en San Juan y Maggiolo.




Marincovich y el Chevytrés

Los autos
Carlos Marincovich utilizó el Chevytrés construido por Paco Martos: “Fue un buen auto que rindió lo suyo”, explicó. Después, estrenó el “prototipo” que construyó Vicente Formisano.
Luis Di Palma corrió con la Liebre II-Tornado. “(…) fue el arma que el genial Oreste le proporcionó a Luis Di Palma para elaborar su brillante campaña de 1969. Acierto”, escribía el cronista de El Gráfico en el epígrafe de la foto.
Carlos Pairetti comenzó el año con el Trueno Naranja, continuó con el Nova (Liebre III, con motor Chevrolet con el que corría en TC), mientras esperaba el Apolo (ex Camello, de Vicente Formisano), “que tardó en despegar por problemas de construcción en la carrocería.”
Néstor García Veiga integró el equipo Shell, con el Trueno Sprint de Horacio Steven. “Un auto que le brindó la posibilidad de mostrarse en toda su capacidad (…) y una confirmación: piloto de primerísima línea”, según el epígrafe de El Gráfico.

También ganaron…
Jorge Cupeiro (Chevún-Chevrolet), dos carreras; Carlos Ruesch (Numa-Tornado), una, Carlos Pascualini (Huayra-Ford), una.
Circuitos
Se utilizaron los autódromos de: Buenos Aires, cuatro veces, Córdoba, tres, Maggiolo, tres, San Juan, dos, Rafaela y Paraná, una vez cada uno.




Pairetti y el Apolo


Luis Di Palma y la Liebre II




García Veiga y el Trueno Sprint






Fuentes consultadas: El Gráfico 1969, Historia Deportiva del Automovilismo Argentino.




Fotos: El Gráfico.