miércoles, 24 de junio de 2020

Aunque el lunes...

El centro vino desde la izquierda, casi a rastrón. Al Negro se le llenó el zapato con la número cinco. Calzó como un guante. La empalmó  como venía ...
”¡ El remate con pierna derecha salió recto hacia al arco venciendo la resistencia del guardameta...!” - diría Fioravanti
¡Negrooo, Negritooo...nos vamos...!  Gritó la madre...
El Negro miró la peladura de los zapatos y se preparó para el reproche: -¡siempre el mismo! Te ponés a jugar con la mejor ropa. La de los domingos ¡parece mentira...!
Un domingo perfecto para el Negro. Un golazo en el baldío; mañana lunes 26 de junio feriado  “al conmemorarse el centésimo cuadragésimo aniversario del natalicio del teniente general Bartolomé Mitre” -había escuchado en el informativo de Radio el Mundo. El distrito llevaba su nombre. Ma qué se yo, pensó el Negro, si mi ciudad se llama Arrecifes. Su cerebro recibió una descarga, como  de un rayo,  que almacenó rápidamente “mañana me salvo de las dos horas de matemática” y sobre el pucho otra, “para mí que el enemigo organizó los horarios en primer año: Matemática en las dos primeras horas de un día lunes. ¿A quién se le puede ocurrir?”. Se sorprendió por la velocidad de sus razonamientos y continuó: “además, hoy sólo tengo que pensar en el cuadrangular de mañana en el sitio; al lado del almacén del turco, y en la carrera de bicicleta. Agenda completa para el Negro -se dijo- alegrándose de  no sufrir  esa melancolía de los domingos a la tardecita, cuando uno ya se gastó más del ochenta por ciento del fin de semana. Y ni te cuento cuando el lunes suena el despertador a las seis, -llamame porque tengo que estudiar mamá-. Claro que después, a las y cuarto apaga la luz, ya erudito en la materia. El padre se encargará de arrancarlo de sus sueños de corredor de TC a las seis y cuarenta y cinco.
-¡Vamos Negrito... que no llegás!
Siete y cuarto estará sentado frente a la  humeante taza de café con leche, saboreando las tostadas con manteca y azúcar -lo mejor de esas mañanitas-. Más tarde se encaminará por la Ricardo Gutiérrez, encontrándose con los otros colegas del madrugón. Pisarán la escarcha, mientras el humo que escapa a través de las bufandas les dará el aspecto de fumadores viciosos sin cigarrillos. El Negro, abstraído en tales filosóficas reflexiones, de un domingo sin las angustias de esos lunes de clases en el viejo San Bartolomé, no reparó en que ya estaban llegando a su casa. Fue en ese momento, que hoy podría precisar con exactitud, cuando el vecino llamó al padre del Negro y le arrojó la noticia... “Sabe, se mató Toto viniendo de San Pedro con el Bergantín”. El Negro se olvidó del domingo con lunes feriado. Sintió un sacudón. Una nube de nostalgia y melancolía lo envolvió, con la agobiante pesadez de esas mañanas de junio, cuando la niebla cubre la ciudad. También le pareció recibir un mazazo seco sobre la cabeza -lo imaginó como el golpe que despenaba a las infortunadas vacas en el matadero municipal-. No podía ser cierto. ¿Por qué no un error en la noticia? Sin embargo, Toto, el Bergantín, ese maldito auto. No había posibilidad de error. Era él. Su ídolo del TC. Néstor Marincovich “Sandokán”. el mismo Toto que lo alegró cuando le ganó a Juan Gálvez en 9 de Julio. ¡Si parece que fue ayer! Todavía no hace un año. El mismo “Sandokán”  que lloró, como el Negro, de impotencia  cuando el Chevrolet le cantó el no va más en Arrecifes. Ganaba la carrera de su pueblo y el  Chivo no quiso más. Faltaban sólo 15 kilómetros.
El Negro notó que unas gotitas saladas resbalaban sobre su cara...Agachó la cabeza. Pateó fuerte el piso, olvidándose de los reproches por los “zapatos de salir” y quiso que ese domingo fuera otro...Otro domingo. No el domingo 25 de junio de 1961. Aunque el lunes tuviera que ir al colegio...

Raúl Gattelet




 Fotos 1: Ramón Trejo, 2: El Gráfico 3: del autor.

2 comentarios:

Unknown dijo...

NOSOTROS CUANDO NOS ENTERAMOS FUIMOS CON MI VIEJO Y ROBERTO SALES AL LUGAR. QUE MALA NOTICIA QUÉ NOS HABÍAN DADO. .

Anónimo dijo...

Cuando sucedió el accidente de Néstor Marincovich tenía 9 años, pero ya a esa edad respiraba esa pasión del TC, su auto paso a las manos de otro grande que dio Arrecifes, Carlos Paireti y vaya que hizo honor, Arrecifes es una cantera peanente de grandes pilotos del TC.