
En 1964, César Horacio Malnatti toma una decisión que le permitirá dar un paso importantísimo en su carrera deportiva dentro del Turismo Carretera. Viaja hasta Arrecifes para que Carlos Pairetti le vendiera su auto.
La amistad con Pairetti había comenzado ese mismo año, en San Antonio de Areco, cuando Malnatti le pidió prestada una tapa de cilindros a il Matto. “Casi ni lo conocía, pero me la dio igual. Veníamos quintos y se rompió un rulemán de la rueda trasera.” Con la preparación de Aeid Malnatti completó la temporada del ’64 con cuatro abandonos y dos arribos. Su mejor colocación fue el 12º puesto en Tres Arroyos. En aquel momento su acompañante era Héctor (Laucha) Ríos. “El también veía que el auto no caminaba”, explicaba el piloto de San Miguel a la vez que destacaba “que el motor andaba muy bien, pero el resto del auto fallaba.” Por lo tanto, concluyeron que lo mejor sería hacer un auto nuevo. Le encargaron a Luis León, un chapista de San Miguel, que les hiciera la carrocería. Después, Osvaldo D’ Angelo (arrecifeño) fue por tres meses a San Miguel para trabajar en la mecánica del auto. Colocó los frenos de disco, la pedalera, la dirección, los tanques y el cárter seco. El auto volvió al taller de Aeid, en Arrecifes, donde le colocaron el motor Chevrolet 4 bancadas.
Reapareció en octubre de 1965, en la Vuelta de San Antonio de Areco. “Mire qué casualidad. Justamente la misma carrera donde yo lo conocí a Pairetti”, decía Malnatti. Abandonó cuando ocupaba la 4ª posición. Cuatro semanas más tarde una biela lo dejaba de a pie en la primera etapa del Gran Premio. Pero el auto andaba bien y esperaba con confianza el ’66.
Comenzó la temporada con el 6º puesto en Firmat. “Íbamos terceros, pero nos paramos por algunos ‘problemitas.’” El 6 de marzo, en Colón llegó la primera satisfacción. “Llegamos segundos, detrás de Emiliozzi, y Carlitos (Pairetti) estaba en el auxilio. Por eso me emocionó tanto…”, reconocía Malnatti. Luego, llegó 3º en San Francisco y 5º en Necochea.



